El día que dejamos de ser «La Furia»

Hasta hace algo más de diez años, hablar de la Selección Española de fútbol era hablar de “la Furia Española”. Este nombre se empezó a utilizar a partir de la primera aparición de España en una competición internacional de fútbol, en los Juegos Olímpicos de Amberes (Bélgica) en 1920, y hacía referencia al “Saqueo de Amberes”, un suceso militar protagonizado por soldados españoles en tierras belgas a finales del siglo XVI. A todo ello contribuyó la famosa frase de José María Belauste, quien en pleno partido contra Suecia en esos Juegos pidió el balón  a su compañero Sabino Bilbao al grito de: “A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo”. Se dice que marcó el gol arrollando a varios defensores suecos y al portero, entrando todos ellos dentro de la red por la potencia del español. España acabaría siendo plata.

amberes

El problema fue que, con el paso del tiempo, este concepto de “la Furia” se fue convirtiendo en sinónimo de una Selección carente de un estilo de juego propio, altamente variable en su rendimiento y con una facilidad desconcertante para, habitualmente, diluirse como un azucarillo en algún punto de los torneos internacionales. Por lo tanto, siempre se recurría al tópico para describir el hecho de que los diferentes equipos que representaron a España terminaban compitiendo con más corazón que cabeza, precisamente por esa carencia de tener una idea de juego propia, que se adaptase a las características de los futbolistas nacionales.

Hay que añadir que siempre existió un complejo de inferioridad futbolístico bastante grande con respecto a otros países, que parecía que contaban con mejores jugadores que España. Seguramente no era así en absoluto, pero los demás se sabían “vender” mucho mejor que nosotros y sus jugadores tenían más nombre a nivel internacional.

Durante esta época de “la Furia Española”, los éxitos más destacables del combinado nacional fueron el subcampeonato en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920, el cuarto puesto en el Mundial de Brasil 50, el primer puesto en la Eurocopa de 1964, el subcampeonato en la Eurocopa de Francia de 1984, el oro olímpico en Barcelona ’92 y la plata en Sydney 2000. Aparentemente, el palmarés no estaba mal, pero España siempre llegaba a los torneos como favorita y terminaba o bien siendo una de las decepciones, o bien siendo eliminada de forma injusta cuando mejor estaba compitiendo. O sea, que la falta de confianza en las propias posibilidades terminaba por suponer el mismo duro final, ya fuese o no merecido. Y siempre resonaba la misma palabra: fracaso.

fracaso

Durante los desastrosos años que van desde 1968 a 1976, España no fue capaz de clasificarse para las Eurocopas de Italia 1968, Bélgica 1972 y Yugoslavia 1976, ni tampoco para los Mundiales de México 1970 y Alemania 1974. Posteriormente, se empezó a ver de nuevo la luz tras obtener los billetes para el Mundial de Argentina 1978 y la Eurocopa de Italia 1980, aunque con sendas eliminaciones en primera fase que, igualmente, supusieron más desencantos. Sin embargo, el golpe de gracia para España llegaría en el Mundial organizado en nuestro propio país, España ’82, en el cual se dispararon las expectativas con el equipo nacional, que cayó eliminado en segunda fase, después de haber pasado con mucha polémica la primera, y dando una imagen deplorable por una mala planificación.

Miguel Muñoz, el mítico entrenador del Real Madrid de Di Stéfano, llegó tras el varapalo para enderezar la nave y lo consiguió, clasificando a España para la Eurocopa de Francia 1984 tras el histórico 12-1 a Malta y logrando el subcampeonato continental. También se logró el pase para el Mundial de México 1986, donde España ofreció un muy buen nivel hasta que fue eliminada por Bélgica en cuartos de final. Pero se volvió a las andadas en la Eurocopa de Alemania 1988, cayendo de nuevo en primera fase.

Luis Suárez tomó el relevo del veterano entrenador y logró clasificar a España para el Mundial de Italia 1990 y, cuando mejor estaban jugando y tras una buena primera fase, Yugoslavia truncó los sueños de los nuestros en la prórroga de octavos de final. Más adelante, durante la fase clasificatoria a la Euro ’92 en Suecia, ni Luis Suárez ni su sustituto, Vicente Miera, lograron un puesto en la fase final. Sería la última vez, hasta nuestros días, en que la Selección Española faltaría a una cita de un torneo internacional.

michel 90

Javier Clemente llegó al cargo de seleccionador en 1992 y trató, en un principio, de crear un equipo de talento y toque. Su primer partido, una victoria por 1-0 ante Inglaterra, bien podría considerarse como un predecesor del juego de toque actual. Pero el técnico de Barakaldo pronto consideró que ni ese estilo ni esos jugadores le daban garantías competitivas, por lo que decidió prescindir de la Quinta del Buitre y de otros jugadores “top”, así como cambiar el estilo por uno más pragmático, aunque con fases de juego bastante vistosas. A Clemente siempre se le criticaron sus tendencias defensivas, el alinear a muchos defensas, su empeño por ciertos jugadores y el plagar la Selección de jugadores buenos, pero no los mejores.

La realidad es que España rindió a bastante buen nivel tanto en el Mundial de USA ’94, como en la Euro’96 en Inglaterra, cayendo de forma injusta ante Italia e Inglaterra, respectivamente, en cuartos de final de ambas competiciones. La debacle llegó de nuevo en el Mundial de Francia ’98, en el que España dio una imagen bastante mala y no pasó de la primera fase, tras una brillante clasificación. Su final como seleccionador llegó tras una vergonzosa derrota por 3-2 ante Chipre al inicio de la fase de clasificación para la Eurocopa 2000.

Su sustituto, José Antonio Camacho, llegó para volver a darle una vuelta más de tuerca al estilo, intentando convertir a España en un conjunto más talentoso y ofensivo. Logró encauzar la situación y clasificar brillantemente a España para la Eurocopa de Bélgica y Holanda en 2000, en la que se pasó de primera ronda de forma heroica tras una espectacular remontada por 4-3 a Yugoslavia, pero Francia (la posterior campeona) nos mandó de vuelta a casa en octavos. La España de Camacho continuó mejorando y se clasificó para el Mundial de Corea y Japón de 2002 como una de las favoritas para la victoria.

El equipo estaba cumpliendo las expectativas, jugaba bien y ganaba… hasta el controvertido partido ante Corea y el gol mal anulado a Morientes. Los penaltis ajusticiaron a nuestro equipo en cuartos y el guion se repitió de nuevo. Iñaki Sáez se hizo cargo de la Selección tras Camacho por sus buenas campañas con las Selecciones inferiores, pero tras unos inicios prometedores, la mala imagen en la Eurocopa de Portugal de 2004, en la que España fue eliminada en primera fase, acabó con su credibilidad.

corea

Y, entonces, llegó Luis Aragonés. El Sabio de Hortaleza dijo desde el principio que España tenía que encontrar su estilo en el toque, el talento y la calidad, pues era lo que nos diferenciaba de otros. También quiso descartar, por fin, el término de “la Furia Española” para definir el no-estilo de juego del combinado nacional y comenzó a usar el nombre de “la Roja” para referirse a su Selección. Tras una dura fase de clasificación para el Mundial de Alemania 2006, España tuvo que ganarse la plaza en la repesca, derrotando a Eslovaquia.

En el Mundial se empezó a ver algo del estilo que les caracterizaría más adelante, con una gran primera fase. No obstante, de nuevo Francia (y de nuevo en octavos de final) nos apearía del sueño de golpe. Se empezaron a escuchar críticas, que se incrementaron al poco de iniciarse la fase de clasificación para la Eurocopa de Austria y Suiza 2008, cuando el equipo español sufrió una sonrojante derrota como visitante por tres a dos ante la humilde Irlanda del Norte. Desde entonces, Luis decidió cambiar cosas y renovar el equipo, por lo que tomó drásticas decisiones, como no volver a convocar al capitán, Raúl González. Todo se empezó a poner muy tenso, con la prensa y parte de la afición buscando polémicas a diario sobre si Raúl debía estar o no. Para colmo, la fase de clasificación se puso bastante difícil… hasta el partido que España jugó en Dinamarca, a vida o muerte, el 13 de octubre de 2007.

Ese día supuso el cambio definitivo que tanto había buscado Luis. Fue el día que dejamos de ser “la Furia”, con un equipo plagado de centrocampistas de calidad, que dominaba y tocaba el balón con maestría para provocar grietas en el equipo rival. Ese día se dio un auténtico recital de fútbol, venciendo por 1-3 y encontrando, al fin, la fórmula mágica del estilo español, el de “la Roja”. A partir de entonces, España mutó en un conjunto que jugaba bien, ganaba y convencía. Se dio la vuelta a la situación, el equipo se clasificó como campeón de su grupo para la Euro 2008… y todo lo demás es historia.

1-3 dinamarca

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