La moda de copiar lo fácil

copiar lo fácil

Siempre se ha dicho que, tras las revoluciones que han ido ocurriendo en el fútbol a lo largo de los años, una gran mayoría de entrenadores, profesionales y/o amateurs, han intentado imitar o asemejarse a los equipos o técnicos que las encabezaban. Y esta realidad es innegable. Pero no lo es menos que lo que se ha copiado de esos equipos exitosos, en general, nunca han sido ni sus propuestas al completo ni los aspectos más complejos e importantes. Se han creado tendencias, aunque solo a niveles superficiales. De hecho, podría afirmarse que se produce una moda de copiar lo fácil.

FÚTBOL, COMPLEJIDAD Y MANTRAS

No nos engañemos: en el mundo del fútbol, una gran parte de periodistas, aficionados y entrenadores ven el fútbol, pero no lo analizan debidamente, porque no buscan una comprensión del juego. Miran quién gana y se quedan con las cosas más elementales. Esto es debido a que el fútbol es un juego muy sencillo de ver, pero bastante complejo de analizar. El juicio fácil y la repetición de conceptos manidos están al alcance de cualquiera. Y, cuando esto se repite a menudo, estos “mantras” se acaban instaurando en la mente de una mayoría con escaso afán de análisis.

En cambio, descifrar lo que ocurre en el juego y comprender por qué sucede es algo que está al alcance de pocos. Para poder aprender a comprender el juego, a excepción de aquellos genios que tienen una comprensión innata del mismo, debemos estar continuamente formándonos, leyendo y escuchando a gente que sabe de verdad, no a los numerosos y supuestos gurús y opinólogos, que no ven más allá que cualquier aficionado común, o a aquellos que necesitan inventar un fútbol paralelo e ininteligible. Pero, incluso aprendiendo de personas de contrastada sabiduría, siempre hay que filtrar la información y no caer en la parcialidad, pues nadie tiene la verdad absoluta.

Ángel Cappa comentó que, un día, le preguntó a Cruyff, tras el éxito y la revolución de su propuesta en el FC Barcelona, por qué no había más gente que siguiese sus pasos. Y Johan, en una de sus geniales salidas, respondió: “muy fácil: porque hay que saber”. Fuera de la discusión acerca de estilos y modelos de juego, ese “saber” implica que, para poder poner en marcha el estilo de alguno de los modelos exitosos, el entrenador debe conocer primero el juego e intentar  profundizar en su contenido. No obstante, no hay mucha gente dispuesta a hacer el esfuerzo de adentrarse realmente en ello.

 QUÉ ES “LO FÁCIL”

Es por eso que, habitualmente, se acaba repitiendo el mismo patrón una y otra vez: se copia o imita solo lo fácil, lo que cualquiera es capaz de percibir. ¿A qué nos referimos con “lo fácil”? A los rasgos más visuales y que menos análisis necesitan. A lo superficial. A lo que cualquier persona, con más o menos conocimientos sobre fútbol, es capaz de intuir tan solo viendo un partido de un determinado equipo.

Inicialmente, lo más sencillo de reproducir son las formaciones de esos equipos triunfadores, sin más criterio. El pensamiento típico es: “si otro gana con ese sistema, a mí también me hará ganar más”. Extrapolar los sistemas es relativamente sencillo, ya que se trata de números y de asignar jugadores a cada una de esas posiciones de partida. El problema viene cuando, por esa falta de conocimientos, se desconoce que hay que asignar unos roles a cada jugador del sistema y que, seguramente, por ejemplo, tu lateral izquierdo no es Roberto Carlos y no puede hacer lo que él hacía.

Posteriormente, los otros aspectos más copiados son aquellos más simples. Y, además, se aplican de forma descontextualizada. Al Inter de Helenio Herrera le copiaban los repliegues y el juego en largo; a la Argentina de Menotti, el achique defensivo; a la Holanda de Rinus Michels, la presión colectiva y el intercambio constante de posiciones; al Milan de Sacchi, la defensa zonal y los contraataques; al Barça de Cruyff, las triangulaciones y la presión tras pérdida; a Bielsa, los emparejamientos en el marcaje y el juego ofensivo y vertical; a Mourinho, sus transiciones rápidas; al Barça de Guardiola, los altos índices de posesión y el inicio de juego con los centrales abiertos y los laterales avanzados; a Klopp, el ritmo vertiginoso, etc.

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COMPRENDER PARA MEJORAR

Los entrenadores revolucionarios, cada uno en su estilo, tenían o tienen una comprensión del juego muy grande. Cada rasgo o comportamiento tiene un significado que aporta lógica y sentido a su propuesta y hay muchas horas de trabajo analítico y reflexivo detrás de esto. Si, quien quiere asemejarse a ellos, no se preocupa por buscar esta comprensión y ahondar en ella, es imposible que llegue a entender y plasmar, siquiera parcialmente, su funcionamiento. Por desgracia, a poca gente se le ocurre plantearse los motivos que hay detrás de esos planteamientos, sus conexiones con todas las fases del juego de ese equipo y la forma de plantearlos en función a los futbolistas de los que se dispone.

Al tiempo, cuando a esos técnicos que copian determinados atributos de escasa complejidad por moda (sin preocuparse por entenderlos) las cosas no les salen como al triunfador de turno, suelen abandonar esas ideas y se apuntan a las del siguiente que está en boga. Y así sucesivamente. En lugar de evolucionar un estilo desde una idea previa y buscar personalizarlo y mejorarlo poco a poco, aprehendiendo conceptos de otros y tratando de darles una coherencia, siempre están en el mismo punto de incomprensión del juego, aunque con una fachada ligeramente distinta.

COPIAR O APROPIARSE

Lo ideal debería ser, parafraseando a Pep Guardiola, convertirnos en “ladrones de ideas”. Todos los entrenadores, hasta los más importantes, extraen nociones de otros. La diferencia reside en si solo copiamos o si somos capaces de apropiarnos de ellas. Es decir, si las reproducimos tal cual las extraemos de otros o si, por el contrario, conseguimos apropiárnoslas, hacerlas nuestras, comprenderlas y adaptarlas coherentemente a nuestro modelo, siempre teniendo en cuenta que nuestras circunstancias son propias y distintas de las de los demás.

¿De qué sirve tratar de repetir el estilo de otro si no lo comprendemos a un nivel profundo? ¿Cuál es el interés de coger conceptos superficiales de muchos buenos entrenadores, si luego no hay una coherencia entre ellos o no se los sabe acoplar a una idea previa bien desarrollada y conceptualizada? Un ejemplo claro serían aquellos equipos que pretenden imitar el juego de posición basándose solo con unos altos niveles de posesión, obviando el posicionamiento y la intención. O los que quieren realizar ataques directos jugando en largo sin criterio alguno.

La moda de copiar lo fácil está al alcance de cualquiera y nos lleva a la creencia errónea de que imitar comportamientos exitosos de otros te proveerá de éxito a ti también. Pero nos olvidamos de que, como afirmó Ortega y Gasset, “yo soy yo y mi circunstancia y, si no la salvo a ella, no me salvo yo”. Si no comprendemos los conceptos en profundidad, ni los contextos en los que pueden resultar idóneos, estos carecen de utilidad real. Por eso siempre será mejor un modelo de juego con una idea congruente y bien desarrollada, que otro con diez mal plasmadas.

«Un árbol sin raíces es un simple pedazo de madera» (Guillaume Musso).

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