Si preguntásemos en Santander por el mejor entrenador que ha tenido el Racing, seguramente habría división de opiniones. Unos dirían que Marcelino, otros que Maguregui, otros quizás meterían a Preciado… De lo que no cabe duda es de que si preguntásemos acerca del entrenador más querido por la afición de El Sardinero solo hay un posible candidato: Nando Yosu. Al final del texto se comprenderá todo a la perfección.
Fernando Trío Zabala, conocido en el mundillo del fútbol como Nando Yosu, nació en Munguía (Vizcaya), el 8 de julio de 1939. Pero siendo adolescente su familia marchó a Cantabria y fue allí donde echaría raíces. Como futbolista, Nando debutó con el Racing de Santander en la temporada 1958/59 y permaneció allí hasta la campaña 1961/62, en la que su gran rendimiento llamó la atención del Valencia. Fichó por los valencianos en esa misma campaña y jugó también en la siguiente, aunque sin demasiada suerte. Volvió al Racing en la 63/64 para, posteriormente, marchar al Athletic de Bilbao de 1964 a 1966. Después, tres temporadas en el Pontevedra en Primera, dos en el Calvo Sotelo de Puertollano en Segunda y una última en la temporada 1971/72 con la Gimnástica de Torrelavega, la cual iniciaría como jugador y terminaría como entrenador. Desde entonces, comenzó una larga etapa en los banquillos que le llevó por los siguientes equipos: Gimnástica de Torrelavega, juvenil del Racing, Racing, Oviedo, Linares, Granada, Alavés, Ourense, Alzira, Orihuela, Ponferradina y nuevamente Granada. Y es a partir de entonces cuando vamos a situar este pequeño homenaje a Nando Yosu, donde se ganó su fama de “brujo”.
Regresó al Racing, para ser segundo entrenador de Vicente Miera en las temporadas 1994/95 y 1995/96. Sin embargo, tras los problemas de Miera con varios pesos pesados del equipo y, con una situación deportiva cercana al descenso, tuvo que coger las riendas del club de sus amores, poner orden en el club y salvarlo del descenso. Dos temporadas más tarde volvieron a requerir sus servicios tras la destitución de Marcos Alonso, otra vez con la sombra del descenso en los talones, y Nando volvió a salvar de nuevo al equipo santanderino, ganándose el derecho a continuar siendo el entrenador para la temporada 1998/99. Pero, cosas del destino, con el equipo a media tabla se le destituyó en la jornada 16 y pasó a los despachos del club.
Cuando Dimitri Piterman llegó al club, Yosu pasó a ser segundo entrenador de Chuchi Cos. Meses más tarde, al marchar el ucraniano y su séquito en el verano de 2003, el de Munguía tuvo que hacer otra vez de entrenador interino en la Copa Intertoto, hasta que se fichó a Lucas Alcaraz, quien sería el preparador en las temporadas 2003/04 y 2004/2005. Alcaraz fue destituido en la jornada 22 de esta última, tras haber ganado un solo partido de los últimos doce de liga, con lo que el Racing se precipitaba en caída libre a Segunda. ¿A quién volvieron a recurrir en ese momento? Efectivamente, a Nando Yosu. Otra vez le tocaba la papeleta de enderezar el rumbo del equipo y otra vez logró conseguir la ansiada permanencia, con siete victorias, dos empates y siete derrotas. Tras esto, retornó a los despachos para seguir su habitual trabajo.
Cada vez que lo llamaban para comandar el banquillo del Racing la misión de la salvación era más y más compleja. Y, entonces, en la temporada siguiente, la 2005/06, llegó la dimisión de Manolo Preciado a falta de cuatro partidos y con el Racing en barrena, habiendo ganado solo dos de los últimos quince partidos disputados. Sin nadie a quien recurrir y con una situación crítica, teniendo que ganar, al menos, dos de los cuatro partidos que restaban, Nando volvió a aceptar la responsabilidad de ser el entrenador debido a su gran amor por el club, con el excapitán Jesús Merino como ayudante. El primer partido se ganó a domicilio al Málaga, rival directo, tras una agónica remontada por 2-3. Pero las tres últimas jornadas había que recibir al Real Madrid y al Osasuna (que acabó en puestos de Champions League) en El Sardinero e ir a Villarreal la última jornada (que se jugaba entrar en puestos Intertoto). El Real Madrid ganó 2-3 en Santander y únicamente quedaban dos durísimos partidos contra rivales de zona alta que se jugaban cosas importantes.
Pero en Santander, y con Nando de por medio, nada era imposible, ni siquiera aunque las cosas se pusieran al límite. Contra Osasuna, en casa, los rojillos se adelantaron con un gol de Savo Milosevic ya en la segunda parte y, con 0-1, el racinguista Felipe Melo falló un penalti crucial que puso todos los nubarrones más negros sobre el cielo montañés. Ya en el minuto 80, el incombustible Pablo Alfaro empató la contienda de un potente cabezazo y en el 88, tirando de épica, el canterano Juanjo marcó el 2-1 final, que significó el enésimo milagro del Brujo de Munguía. El Sardinero en éxtasis, los jugadores, que tres jornadas antes estaban desahuciados, celebrándolo por todo el campo y Nando llorando, por haber vuelto a conseguir dejar en Primera al club de su vida: el Racing, su Racing. Ya no importó la derrota en la última jornada en Villarreal. El trabajo estaba hecho.
Poco después, el Alzheimer comenzó a hacer mella en él y fue desapareciendo de la vida pública, hasta que falleció en 2016 a los 76 años. No obstante, la afición santanderina jamás podrá olvidar todos los servicios prestados por Nando Yosu al Racing de Santander, el club de sus amores, al cual sentía como suyo propio y al que nunca dejó tirado, ni siquiera en las circunstancias más extremas, para atreverse a realizar los encargos más inimaginables, que pocos (o ninguno) hubiesen querido hacer. Una persona humilde, luchadora y trabajadora y de un perfil bajo que lo alejaba de los focos. Desde aquí, valga este escrito como homenaje a un hombre de fútbol, patrimonio del Racing, de Santander y de toda Cantabria.